A veces me desconecto de mi misma, de mis emociones, sobre todo cuando siento que algo no está bien. No elijo desconectarme pero parece una suerte de supervivencia emocional, tal vez para poner en pausa la sensación de malestar, para alejarme del dolor que me provoca entender tanto lo que sucede allí afuera. 

Es como si el alma se saliera de mi y reposará a mi lado para volver a habitarme una vez que las cosas estén claras en mi. Y ese abandono de mi alma me perturba por qué mi ser se pone frío como el hielo y la razón se apodera de mis pensamientos. Estos días son grises y tristes, pero necesarios.

Deseo que mi alma regrese a mi  con todas mis fuerzas pero es un momento que respeto por qué cuando ella vuelve es un renacer. 

Entonces entiendo que la muerte es vida, y a veces es necesario morir un poco para resurgir con más fuerza.