Buena madre, buena esposa,

de seguro buena hija,

fue tu luz la más hermosa.

Recuerdo cuando de niña me cobijaba en tus brazos a la noche,

luego de una pesadilla que me había quitado el sueño,

y sin dudarlo y con mucho empeño, te desvelabas sólo para lograr que me durmiera.

Quisiera poder guardar en mi memoria las imágenes de los momentos más felices que pasé a tu lado.

Sé que junto a mis hermanos, compartimos este pensamiento... qué lindo haber logrado quererte, qué lindo saber que en dónde estés, te jactas de que no miento.

Nunca dejaste que te viéramos llorar, y, a pesar de muchos enojos, nos mostraste tu lado más feliz.

Pero aún teniendo esos recuerdos, muy difícil fue dejarte ir.

La vida es así, hasta las flores más duraderas algún día se marchitan, pero de ti tengo el recuerdo...

y eso nadie me lo quita.

A ti, mujer de gran corazón e incomparable valentía, dedico mis más fieles pensamientos en esta tarde de anhelada soledad.

Miro al cielo en cada noche estrellada, viendo cuál de esas estrellas puede ser la que buscaba... y encuentro tu sonrisa, y necesito tus consejos, pero es aquella sabiduría, a la que en seguir hoy me empeño.

Como esposa, fiel y amiga

Como madre, buen ejemplo,

Y para mí sobre todo eso,

Como abuela, la que más quiero.