Hablando con un espÍritu frustrado - LikeaPoem.com
Hablando con un espÍritu frustrado
Por un callejón solitario andaba, y pregunté a un espíritu:
-¿Cómo son para ti los cementerios?
Y el espíritu con tono melancólico respondió:
- Son una eternidad silenciosa, recinto de los sueños pasados, de los que fueron, y hoy de los que son olvidados.
- Recuerdo cuando mi cuerpo estaba vivo...
Quédese pensativo y prosiguió:
- El cementerio es donde los cuerpos descansan definitivamente. Donde el silencio es perpetuo, la quietud es avivada por los vientos.
Y luego me dijo:
- Extraño mi cuerpo... - Por las mañanas lo miro lleno de consuelo.
Parecía no poder asumir su fin; parecía todo tan frío como témpanos y todo tan cálido como soles.
Así es... este estrecho pasillo donde se encuentran las direcciones de los que fueron una vez. Esas supuestas piezas, algunas profanadas. ¡Quién se le ocurriría molestar a semejantes misterios que mueren y luego reviven!
De repente el espíritu dijo:
- No vale la pena llorarle al cuerpo, ni de su ausencia. Si vale acordarse de su esencia.
Siguió diciendo:
- Pero aquí, en este mundo todo es distinto, no se parece nada al "real". Para algunos es hermoso, para otros es terrible. Donde yo estoy, siempre es hoy.
Podía sentir su desdén, sabía cuánto extrañaba su cuerpo con el que había vivido por décadas.
Ahora, me miró y me dijo:
- Este es mi lugar de consuelo, el cementerio, donde los buenos valoran lo que fui, donde los malvados ignoran lo que fue aquel.
- Aquí se revela ese asumir que cuesta sentirlo...
Reiteró nuevamente:
- Este es el lugar donde las personas duermen, no por una noche, duermen por siempre. Donde la única esperanza para algunos es la inmortalidad del espíritu.
Continuó diciendo:
- Las flores son bellas y creo que su aroma también, pero éstas se marchitan como el cuerpo y ellas son mi regalo real...
Razoné un momento y le dije:
- Así tu ausencia permanece en el cofre, hasta algún día tú tomes "conciencia" de lo que sos, de lo que fuiste.
Y me dijo:
- Pero la ciudad cada vez crece más y tengo miedo de mi cuerpo adorado sea tirado como bolsa de basura, que crueldad.
Me causaba tristeza lo que me decía.
El espíritu continuó:
- Sí, esos que lo hacen hacer, no son consientes que con ellos también puede suceder.
No podía creer lo que me decía, se me llenaban los ojos de agua salada y una especie de impotencia.
Decidí salir de ese estrecho callejón a la inmensa llanura sembrada, y antes de hacerlo surgieron sus últimas palabras, diciendo:
- Es la realidad la que cuesta asumir, es esa verdad que al fin se asume.
Autor: Darío Arístides Molina - "Píndaro"
Ciudad y Provincia de San Luis ? Argentina
E-mail: pindarodam@hotmail.com
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Miembro y fundador del Grupo Literario Hunab- Ku
E-mail: tugrupoliterario@gmail.com
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