Como fantasmas en la noche, gritan las almas de miles de niños

Que olvidados en su lecho de muerte,

Quieren decirnos que aún están vivos.

Tiempo atrás habrán caminado por esas calles ahora vacías.

Abandonados en su curso, toman el camino errado,

Y esas madres sin preocuparse, desgastan sus vidas en vano,

Dejando a un niño bajo el cielo como única protección,

Mientras saltea esa niñez que aquella quien lo trajo al mundo, se permite vivir hoy?

Alimentándose sólo de odio, indiferencia y rencor,

Que con tan escasos años a golpes sin evitarlo ganó.

Nadie mira a través de sus ojos, nadie siente su dolor,

El de aquel niño abandonado, que quedó en la balacera

Y ni a su madre le importó.

Venden muerte en cada esquina,

Y hasta parece motivo de orgullo,

Para que desde arriba hagan tanto barullo y luego todo quede en la nada.

Hoy nos despertamos víctimas de la epidemia,

Regalamos tierras, vamos perdiendo futuro,

Y con dos buenas acciones van construyendo ese muro,

Que por más transparente, a muchos parece cegar,

Engañando a una gran mayoría, alejándolos de la triste realidad.

Y creemos palabras compradas de discursos que atraviesan los mares

Para poder mentirle a unos tantos, siguiendo luego con otros pares.

Tal vez tengamos que aprender viviendo así,

Y sea la forma de vencer a la bestia,

Que nos va ganando sin tanta modestia,

Aprovechando nuestras equivocaciones de descendencia sin fin.