Que no sabes cuanto te echo de menos,

ni tampoco a que puente me refiero

cuando te aviso que no hay otro igual,

que si vuelve a ver río, no podremos pasar.

El puente que cruzamos juntos

quedó atrás y no lo olvidaré seguro.

En los cimientos del nuevo tendré que lanzarme

y te pediré que me acompañes.

Doy por hecho que nunca me lo devolverás,

pero si mi corazón llora, lo hará de felicidad.

Si eres tu quien cuida de mi alma,

el resto de mi lo agradecerá.

Y te pido que confíes en mi,

que me des fuerzas,

que me des tu mano,

que no necesito más herramientas.

Y construiré una barca enorme

y le pondré dos remos donde el agua rompe.

Guardaré madera y telas

por si chocamos y se nos vuelca.

Será amplia para compartirla,

para invitar a los nuestros todos los días.

Ganaremos parte del cielo y nuestra compañía,

pero no hará que olvidemos a nadie en la orilla.

Bajaremos el río a ritmo de paseo,

repitiendo lo que nos guste a base de rodeos.

Jugaremos con el tiempo,

con respeto, pero nunca con miedo.

El camino estará lleno de peligros

pero no pensaremos en arrepentirnos.

Esquivaremos los acantilados y las rocas,

disfrutaremos jugando con las olas.

La barca se hará aún más grande y confortable,

y hasta ella te pedirá que no te bajes.

El sol saldrá para broncearte

y la luna te pedirá que me abraces.

Y te pido que confíes en mi,

que me des fuerzas,

que me des tu mano,

que no necesito más herramientas.

Y, claro, discutiremos,

por si debes o no recogerte el pelo,

por el sexo del mar y de la Tierra.

Por decidir a quien pedimos que nos proteja.

Y, claro, nos amaremos,

con la misma fuerza que nos dimos nuestro primer beso,

con el mismo valor que tuvimos para saltar del puente,

para confiar el uno en el otro ciegamente.

Al final el mar se abrirá delante de nosotros

quebrando nuestro mundo en millones de trozos.

Y el sol no volverá a salir,

la luna no volverá a sonreír?

Y me giraré y no veré lo que he perdido,

sino todo lo que he vivido.

Cerraré los ojos pensando que he sido,

a tu lado, entre tus brazos,

y sin ninguna duda,

el hombre más afortunado.