¡ Maldita ! dijiste,

me sorprendiste,

me puse a reir...

percibía en tu mirada

al rojo la pasión de la palabra.

Bendita la hora en que viniste a mi;

bendita tu boca

mal hablando contra mí,

escuché, por fin,

algo que yo quería oir.

Maldita mujer que elegiste

já-ja-ja-ja...

que, por lo mismo,

supiste dar en el punto exacto,

rompiendo el hielo

que no liberaban mis anhelos.

Nunca,

nadie me llamó así;

despertaste un loco frenesí

al descubrir que me gustó

que me maldijeras así,

me supo a más que un beso.

Bendito tu amor que llegó hasta mi,

que no cedió a los rechazos,

vive esperando los abrazos,

no dejando de luchar

por lo que desea lograr.

 ¡ Tú si que eres asfixiante, eh !

¿Quien otro podría hacerlo así ?

¡ ninguno !

yo no quiero una copia de ti,

bendito hombre de mis sueños,

en tu caballo blanco

has despertado,

 a la maldita que hay en mi...

(todo de cero...)

Margarita

26/04/08