Un camino entre sombras, que dejan los sueños en cada corazón.

El lado femenino se convierte en una rosa,

con su inmensidad de pétalos aterciopelados que brillan,

rojos como el vino viejo, que adorna calles del valle,

rosas que invaden el campo y las praderas del alma con su color.

El lado masculino se convierte en clavel, con sutil aromas de cielo,

mezcla de colores pasteles en pequeños y abundantes pétalos,

una grandeza de suaves luces que decoran la orilla del riachuelo,

acompañan con su dulce encanto floral y jaspeados tonos,

el agua que avanza desembocando en el mar que llega al océano.

El clavel es la imagen de notas de

un ruiseñor cantando con alma de poeta,

que versa de manera que la soledad escasea,

del otro lado, nutre el alma a distancia.

La rosa escucha en los laberintos de la magestad de los sueños,

el clamor del clavel que con las notas del agua canta mágicamente,

la rosa princesa de la floresta, quisiera el viento sea el carruaje,

que lleve dulces aromas y sean las melodías para el corazón.

Cuando ambos pétalos se escapan al viento,

vuelan sin parar hasta llegar a reposar, sobre la orilla de otro camino,

la mezcla de hermosos pétalos de rosas y claveles,

embelleciendo el sendero polvoriento de un rincón insignificante,

para miles, más no para sueños de poetas.

La rosa y el clavel van de la mano abrigando el sendero,

que cruza el océano que se forja entre el encanto de

escondidos versos entre líneas y pensadas estrofas,

complices de poesías compartidas, sabidas por dos almas.

Un hada mágica ha decretado con su varita...

Seguir adornando los versos con la ternura del amor,

que la dulzura de un ángel acerque la bendición celestial,

a la rosa vestida de tul y el clavel vestido de luz.

Estas flores se esconden a la luz de la luna

y despiertan a la luz solar de las montañas.

La rosa se duerme, recordando al clavel,

el clavel se duerme, pensando en la rosa,

pues hay un beso esperando en los sueños.

DERECHOS RESERVADOS. 29/11/07