A mi adorada Alexandra Carrasco.

Usted tiene virtudes asombrosas

en esos ojos casi veinteañeros

y es dueña de unas manos fantasiosas

tan suaves como sábanas de rosas

encima de una cama de luceros.

Es única heredera de las Diosas

por tanto tiene dones curanderos...

¡Recéteme pociones milagrosas

que alivien mis desdichas desastrosas

causadas por cariños traicioneros!

Es sana devoción la que le entrego

a usted Deidad, y espero la comprenda.

Ansío yo encenderle con su fuego

la antorcha de mi amor y darle luego

mi triste corazón como una ofrenda.

Camino lentamente por mi tienda

y en cada rezo mío, no lo niego,

suplico que sus pies crucen mi senda

y adentro de sus labios que se prenda

la llama enamorada de mi ruego.

Si usted me da su amor y fe sincera,

volar en un eclipse le prometo...

Si acaso le averguenza que la quiera

le juro que me voy con mi quimera

eternamente amándola en secreto

Autor: Luis Astudillo.