Una mañana de navidad,

apareció un bello angelito;

era sencillo y noble

y lo que él decía llegaba al corazón.

Nadie podía imaginar,

que alguien pudiese amar;

ni predicar la verdad,

así como él lo hacía.

Y su nombre...

...nunca nadie lo supo;

pero en poco tiempo,

se esparció su fama.

En pocos días,

todos lo querían ver;

a aquél que enseñaba a amar

y a perdonar al malo.

En la calle, en el parque,

en las casas u otro lugar;

debajo del sol y la lluvia,

todos buscaban escuchar sus palabras.

Y si alguien le preguntaba por su nombre,

de inmediato desaparecía;

pues no quería que se supiera,

a pesar de eso, todos sabían de él.

Un día, repentinamente,

lo enviaron a la cárcel;

y ¡no pudo defenderse,

ni pedir ayuda!

Nadie imaginaba:

¡cuál había sido su mal!

¡qué crimen cometió!

o ¿a quién ofendió?

La claridad del acusador,

al denunciarlo,

minó la posición

de las buenas personas.

El tribunal lo sentenció,

y en poco tiempo

muchos pensaron que erea malo,

mientras que otros lo dudaban.

Al finalizar el fin de semana,

expulsaron a ese Angelito de la ciudad;

su mala fama se esparció

a pesar de que nadie comprobó nada.

Le dijeron que si lo volvían a ver,

lo matarían de inmediato;

así que jamás volvió.

Y su nombre...

... nadie lo conoció jamás,

pero su fama y su doctrina,

de inmediato fué esparcida.

Todos habían escuchado hablar

de ese ángel que regalaba amor

y que ayudaba a los malos

y a los buenos por igual.

Si algún día lo encuentras,

no lo sentencies;

no recordamos como es,

pero, al verlo,

lo podrás reconocer.

Ayúdalo a esparcir AMOR,

FE, CONFIANZA, LEALTAD;

y no seas de las personas,

que sin motivos lo sentencian.