Que alguna vez amé de cielo,

y a la vista de los unicornios,

sin duda, el fantasma,

ni muerte ni nacimiento.

Aquella mujer como una tentación terca,

del alba al corazón,

no lo niego, pude ser nada,

o peor, una sola idea, diosa .

El aguijón del tiempo, desde el principio y sin estrategia,

persiguió, lo que al olvido y a la sombra del ojo,

su magia artificial, sus días mutantes.

Y comenzar de nuevo,

luego de lo extraído del misterio,

ella fue una puerta, yo una llave estéril.

Suelo decir :

Sumen nada y sangre, sexo y adiós,

y así sucesivamente.