Putrefacta dulzura!

de tanto esperar

por tus malgastadas palabras,

estos versos

se descompusieron

junto al hedor de la noche

y anidaron liendres

entre sus paredes

infestadas de triste gangrena,

Le crecieron piojos

hasta por los ojos

al madito poema oxidado

que lleva tu nombre

tatuado a fuego

entre las viseras de mi alma.

La pestilente noche inerte

derrama sobre mi

su tóxico llanto de nostalgia

y sobre el espejo del hastío

un ángel negro

me muestra el vacío

en tu cadáver, sin tristezas

repugnante y mugriento.

De tanto anegarme

en el pantano del dolor,

podridos de tristeza

mis ojos se hicieron agua

en el averno del silencio abrasador

y en las fístulas de la noche

me abracé con bruto amor

al hedor de tus besos anadinos,

flagelados

entre las cenizas del olvido

quedaron estos versos

lacerados, malgastados y roídos,

y con un arsenal

de feca entre los dientes,

premunida de sangre y puñal,

vino la noche y sus alcoholes

para hacerle una autopsia

al cadáver de mis amores.

soy una sombra apenas...

de este pobre poema

que no te olvida.

Gabriel Villalobos Carmona