Hoy me propongo escribir una carta para ese amor que vive en mi, en la oscuridad y el sigilo de mis pensamientos y que tantas lágrimas ha hecho desprenderse de mi océano del olvido.

Hoy, es de esos días, en los que no acepto el hecho de que tuvieses que atracar en otro puerto y que las olas de mi océano no pudiesen llegar a manejar tu timón. Es en estos momentos, cuando me embarga una terrible soledad, que acompañada de tristeza y melancolía, hace que hasta el mismo alma naufrague en el silencio de una tempestad eterna, que recorre mi alma y estremece tu recuerdo, dejándome inconsciente y vacío hasta incluso, rodeado de este bello jardín que es la vida.

Sufro en silencio y se que tu no caes en la cuenta de unos sentimientos tan reales y sinceros que, con tan solo un gesto tuyo, una simple mirada, una sola sonrisa dirigida hacia mis ojos y derrumbarías del todo mi conjunto de pensamientos negativos. Eres, un alubión de sensaciones, con los que quisiera compartir todos los fragmentos que componen y compondrán la película de mi ser, en esta vida, casi siempre tan difícil de seguir y tan dura.

El Oasis de mis pensamientos, en el que se encuentra el desierto de mi raciocinio, me hace olvidar las penurias de esta vida y comprobar que ante todo y sobre todo, existen de verdad los ángeles, encarnados en tu bella persona.

Hoy disfruto haciendo malabarismos con mi ser y te dibujo en mi alma como la dueña de mi pequeña inspiración. Convoco a los ideales y las buenas sensaciones y las diluyo en mi mundo de fantasía que, a veces desearía que fuese tan real, pero tan solo al despertar obtengo una huella casi divina, tu mirar y tu bello cautivar.

Otras veces contribuyo a deleitarme en tu indiscutible belleza, entablando batalla con mis observaciones y plasmando mis sentimientos en poemas que, ante todo, son una manera de evadirme de la triste realidad.

Por ello, hoy al final, voy a concederme tres perfectos deseos que, aunque no llegan a superar este sentimiento, logro con ellos a veces, trabajar en mi persona y lograr no sucumbir a tu deleitar.

-Uno, el agradecer a la vida el haberte conocido.

-Dos, el tenerte a veces a mi lado y poder tanta belleza admirar.

-Tres, agradecer a la vida y al mismo cielo, que aunque no sea en el mismo sentido, algo de cariño del bueno, me hayas ofrecido.