Niña desconocida, tú eres el templo

donde mis rezos lloran por conocerte...

¡LLoran, lloran sin calma si te contemplo

porque sólo miradas puedo ofrecerte!

Duermen en tus mejillas veranos rojos;

y si tu voz recita tibios murmullos

cantan dulces sonetos mis tristes ojos

porque se reverencian ante los tuyos.

¡Lejos como el ocaso! ¡Bella cual hoja

que escrita tiene alguna canción serena...!

Así te represento cuando se aloja

dentro mi pluma el aura que da la roja

magia que se fermenta en tu boca amena.

Autor: Luis Astudillo