Perdí el rastro... No sé bien en qué momento.

No concibo el porqué. No comprendo el motivo.

Cuando creí estar en la cima, abrí mis ojos y me hallé en las profundidades.

Habrá sido sólo mi propio delirio.

Hoy mi cuerpo se nutre de inmenso recelo.

Y mi pecho se encoge en un nudo.

Lo que creí desafío cayó en triste decepción.

Y desdibuja mi eterna sonrisa.

Todo es difuso hoy.

Nada vislumbro...

Pero peor que la palabra es el silencio absoluto.

Es aún más hiriente la indiferencia que una despedida.

Lastima más la distancia sin un adios.

La desilusión toca a mi puerta.

Sólo el tiempo hará que se diluya...