Diodoro en el proscenio - LikeaPoem.com
Diodoro en el proscenio
Acto I
(El Encuentro)
Mangos de franela deslizan
desde el tórrido fortín,
a lo lejos,
creman las miradas
entre las indolencias,
así,
migran,
retornan a su guarida,
el viento del oeste
encauso su periplo,
mares azafranados
volcaron la refriega,
su hogar,
su templo,
su condena,
yace al otro costado de la cimas...
Acto II
(La sorpresa)
Ladrillos de estacas
pululan entre el barro,
fue la tapia
vestigio de felonías,
el corpúsculos viscosos
luce jirones de molleras,
un minuto,
tal vez un instante,
valió el colmillo de acero
pregonado en la remesa,
aquella horda de infieles
clamara en las noches,
volaran sus sustentos,
cobijaran su desdicha...
Acto III
(La furia)
Soy Diodoro como el de Agiria,
zarpo en vientres de arrebato,
nací un día de bruma
cuando las aguas
danzaron sobre el éter,
y las olas surcaron
sin remolinos.
Me agasajo el acero,
me cultivo la maleza,
me domo el menesteroso,
mi destino fue la comarca,
y sus proclamas rugen
la vendetta de sus restos.
Acto IV
(La previa)
Al sur mi cansancio transita,
el asalto espera su turno,
el miedo surca en telones,
aquí,
frente al delirio,
descansa mi tortura,
tabica mi designio.
Solo un jilguero modula
el tenue fulgor de vida,
la negrura carcome
los cebos del silencio,
más espero,
acurruco,
atesoro,
la gelidez del lucero,
la previa de la justa.
Acto V
(La Cruzada)
Frente a mi última contienda,
se esparcen los bramidos,
el oriente acuño
morrales de vehemencia,
lo quise,
por un instante,
en un suspiro,
me acongoja la arena,
de mis dedos
llueven cristales rojos,
al acto escribe,
la sentencia emerge,
las almas ya están en regazo,
y en mis pupilas
se refleja un rió de masas,
esperando mí desplome.
Acto VI
(La despedida)
El letargo guío mi butaca
cuando la venganza fue concebida,
mas mi marcha es la dote,
y de un rincón del cielo
las coronas tornan grises,
mi tiempo se acaba,
lo veo en la cobija,
lo siento en mi alas,
lo sustancia la guarida.
¡ Oh Diodoro!
donde te has perdido,
quien acallo tu trinchera,
quien dibujo tu congoja,
quien levanto tu vuelo,
quien fundió tu acero,
quien nos lego la desdicha.
Acto VII
(La Leyenda)
Amen recitamos
los testigos de tu infierno,
ya el relámpago trono
en nuestra loza,
y el canto de la alborada
flota en la silueta,
entre llamaradas,
zarpando en mitos,
despidiendo los silencios,
de este partisano,
que ya,
es eterno.
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