Ecos en el silencio, ecos de tu voz que a lo lejos puedo escuchar susurrando palabras en mi oído, te siento tan lejos de mi, que no existen estrellas que me guíen hasta donde tu estas.

Por las noches escribo en hojas de hielo ardiente, que son mi libertad encarcelada de mis recuerdos de aquella mágica mujer que una ves pude ver ante mis ojos.

Mas en el día, son mis lagrimas que empapan el suelo marcando tu ausencia, ausencia que duele en el fondo del alma.

Pues mis noches de llanto, se convierten en noches de paz cuando tu hechizo de mujer se revela ante mis ojos.

Y son tus bellos ojos de cristal, aquella mágica ilusión que me inspira para soñar contigo en mis brazos y besarte en los aposentos de mi ledygodiva.

Vivo en un mundo dulce y amargo, donde las olas del mar, bautizan nuestros corazones en presencia de aquel rojo atardecer.

Caricias a corazón abierto, que provocan a este corazón echo pedazos por el azote del diario vivir.

Provocación de ternura que se transmite a través de besos y caricias a la luz de la luna, sobre las rocas en medio del mar.

Y son tus bellos y profundos ojos, la luz de mi mirar que abraza tal profundo cuadro romántico.