Ascuas vehementes

son las ideologías,

arruinando a su paso

cosas que no le pertenecen,

enaltecidas como bellas orquídeas

se venden por las calles

sobrecogidas por el silencio.

Llenan de esperanzas al pobre

que en su consternación cree,

como niños de caras grasientas

sin nombres duermen en bancos,

actores sin escenarios,

confín es su sombrío festejo,

donde ideando viven de frases huecas,

juramentos vanos:

la alcurnia del poderoso es corrupta luz

con la que embriagan al débil,

convenientes festejos

con un final de mediocre

donde quedan pisoteados

los derechos de un pueblo olvidado,

que cura sus heridas

con el bálsamo de los sueños...