Consuela el recuerdo en su absurdo letargo,

en sus noches de derroche, corazones estériles

y de desdichas femeninas,

el rezo sordo del mudo parlante,

la oscura sensación del enamoramiento, lento,

mi centinela de nuevo disfrazándose de peligro,

arraigando en sus tinieblas las métricas mentiras de diva,

ella ahí, con su quijada perfecta, ofrece un mar,

ese mismo océano gris,

donde se ahogan los huesos de todo poeta seductor y torpe.

Construyo un teatro en frente de su antro,

páginas de palabras codificadas y vencidas,

metros de suelo, sin envidia y frenesí,

hábito alicaído y mi libertad indomable y sediento,

sin ánimo de ofender, ella es solo peligro...

látigo, coraje, y afecto, si todavía la quiero,

aunque me ha hecho conversar con su mano.

En mi tergiversada realidad tan inverosímil, tan de mí.

soy una copia de metáforas y símiles dañadas con el tiempo,

esperando solo un incendio,

del deshielo lento y poco tierno

que interrumpe el consuelo del alma, /que se va secando/,

se va convirtiendo en la copia perfecta

de aquel desierto hipérbole que se usó para adjetivar

el nombre de quienes quizás, estuvieron antes que mí.