En mi ausencia.
Cuando tengas a nadie con quién prender la llama
de la grácil fogata que alguna vez prendimos
que nunca se te ocurra buscarme, pues no te ama
mi bardo corazón. De todo lo que fuimos
tan solo sobran lágrimas y rosas de tristeza
cuyas espinas hieren a mi ingenua ilusión.
Mi boca, que hace tiempo besaba, ahora reza
implorando la cura de esta vil frustración.
¡Nombrándome tu lloras!, entiendo, ¡Y qué me importa!
llorar no es un castigo, es fruto del querer.
Te quise en lo infinito, la gloria era muy corta
para tanto deleite que se hizo menester
adentro de mi agobio y que hoy tú necesitas
pues dices que tus párpados extrañan mi fulgor.
Espera... te pregunto ¿Acaso tus benditas
conquistas no lograron borrarme de tu amor?
Resígnate cariño, no estoy más a tu lado.
no quiero yo arriesgarme amándote otra vez
ahora que comprendo que tienes por aliado
al mal de la mentira plantado cual ciprés.
Autor: Luis Astudillo
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