La suave tela de las sabanas no atenua

el rumor en crescendo de tu respiracion,

atronando en vuelo sobre la almohada

seguido de cerca por tu calor.

Te molesta el tacto de esos dedos helados

en tu hombro, como queriendo sacarte del sopor,

sumergida en sueños en que lo extraño

y la realidad van mano en mano.

Un ejercito de gatitos marcha soñando

con una silla de mimbre vieja y ajada,

retazos olvidados de una bufanda de lana

con que jugar y afilarse las garras.

Tu hermano viene y va, feliz de verte

en tierra tan bizarra y calma.

Te empuja a seguir adelante con tu vida,

te dice que esta bien y te quiere.

El rugir de mil cascadas acariciando tu cara,

no hay principe azul, solo un pobre diablo

que buenamente hace todo lo que puede

por contrariarte, amando tontamente.

Te desperta con un beso en la espalda

que sacude un codo inopinadamente en un ojo,

quejido herrumbroso de tu novio, una mala reaccion

al despertarte y tus ojos que apenas se abren.

Enojada, por que hace frio y es tarde,

acusacion terrible, el con cara de sorpresa,

que compro helado para todos sin invitarte

y en inhospita noche te dejo durmiendo en la calle, alli afuera.