Zielowski bromea en su tono usual y Roig,

perdido en algun recoveco soleado

donde rumiar sus contemplaciones usuales,

estrenan la mesa con un cafe, mal de males.

Mal por que lo sirve una tirana de la bandeja

que me odia y al polaco secretamente adora,

no es envidia si no enojo por su desidia

y que ante mi pedido, no se escape una sonrisa.

La gente va y viene como de costumbre, esa tirana

que nos rige el dia a dia y permite engañosamente,

considerar que al fin esta aqui el fin de semana

sin pensar cuan corto y breve es en nuestra mente.

Sin embargo vuelvo en todo momento a mi amada

y la extrañeza originada en una subita ausencia,

sin telefono ni correo, no recibo respuesta

que confirme el amor, mi inocencia y su presencia.

En breves momentos saldre en su busca y aguardare

a la entrada de su trabajo, esa prision de voces

en la que nada, a la espera de ver su rostro

e interpretar en el el futuro, quiza hasta su enojo.

Otro misterio que sera develado por lo fortuito

de una frase y esa inflexion que augura tormentas

de un lunes en la noche en el que no sabre guiar

esta mano mia al corazon de mi amada y atemperarla.