La adrenalina me invade la sangre y la piel,

mi cuerpo es solo carne, carne fiel,

carne erguida, orgullosa y dura,

frotándote húmeda en tus cisuras...

No resistes la mágica sensación,

Y quieres sentir de la carne su sabor,

Y engulles con gula presurosa y lasciva,

empapas mi alma de cálida saliva,

lo tragas con deleite voraz y mezquino,

con esa manera tibia de sellar tu destino.

Pues se que estás respirando agitada,

Tu humedad se resbala por tu piel,

No resisto el aroma y no puedo ceder,

Al perder mi boca en tu marejada...

Y muerdo sutil las pieles que laten,

Y abrazo con labios un sutíl botón,

Se quema mi lengua apagando el tizón,

Y apago el dolor en mieles y embates,

de tu mágica cadera empuja mi boca,

en el jadeo intenso en la marea loca,

que absorve mi arena me provoca,

una sed implacable de enhebrar tus agujas,

de pasar el hilo de la vida en tus ojales,

e hilvanar tejidos, del placer brocales,

en cada embate, con esa furia bruta...

Te levanto en andas no puedes soltarte,

Te dejo caer en el ansia de penetrarte,

loco torbellino de aguas revueltas

mis brazos que te levantan y sueltan,

tiemblas al saber, al caer en la cuenta,

que no te puedes librar de mi manera cruenta,

de romper con tus límites y prejuicios,

Amo hacerte caer en el dulce precipicio,

de este estertor tembloroso y jadeante,

de ese pulsar mágico de humedad y carne,

en esa sed incontenible de abrazarte,

para que sepas de mí en este momento,

entre jadeos y lamentos,

que sientas mi presencia en el ronco gemido,

la pequeña muerte de éste animal herido,

que invade tu adentro con lava contenida,

anticipando con pulsos tu tibia partida,

de ojos en blanco y boca abierta,

de gritos y gemidos de mujer posesa,

que vuela a otro mundo, feliz y profano,

ciñendo mi cuerpo, tomando mi mano...

matando mi furia haciéndome humano