Un granjero y un profesor, una puta y un predicador, montando en un autobús de la medianoche limitado de México. Uno fue dirigido hacia las vacaciones, una para una educación más alta, y dos de ellos buscaban para almas perdidas. Ese conductor vio nunca siempre la muestra de la parada.

Y dieciocho rodadores no pueden parar en una moneda de diez centavos.

Hay tres cruces de madera en el derecho de la carretera, porqué no hay cuatro de ellos, cielo sabe solamente.

Conjeturo que no es lo que usted toma cuando usted deja este mundo detrás de usted, él es lo que usted deja detrás de usted cuando usted va.

Ese granjero dejó una cosecha, un hogar y ochenta acres,

la fe y amor para las cosas cada vez mayor en el corazón de su hijo joven.

Y ese profesor le dejó la sabiduría en las mentes de porciones de niños,

e hizo su mejor para darle todo un comienzo mejor.

Y ese predicador susurrado, "no puede usted ver la tierra de promesa?"

Como él puso su biblia de la mancha de sangre en la mano de esa puta.

Ésa es la historia que nuestro predicador dijo el domingo pasado, como él sostuvo esa biblia de la mancha de sangre para arriba,

para todos nosotros para ver.

Él dijo, "bendiga a granjero, y el profesor, y el predicador;

quién dio esta biblia a mi mama, que la leyó a mí."

Hay tres cruces de madera en el derecho de la carretera,

porqué no hay cuatro de ellos, ahora yo conjetura que sabemos.

No es lo que usted toma cuando usted deja este mundo detrás de usted,

él es lo que usted deja detrás de usted cuando usted va.

Hay tres cruces de madera en el derecho de la carretera.