Hechos Oscuros XIX - LikeaPoem.com
Hechos Oscuros XIX
Llegando a la quebrada,
mis amigos y yo habíamos quedado
en pasar juntos
un largo fin de semana.
Cerca del mediodía,
ya habían pescado
algunas viejas del agua.
Mientras encendíamos las brasas,
escuchamos a lo lejos
una cabra que merodeaba.
Mi amigo sacó su rifle de la carpa,
diciendo:
—Hoy comemos asadito de cabra.
Disparó con precisión,
y todos lo felicitaron.
Pasamos una gran jornada.
Cuando el día se apagaba,
nos preparábamos para regresar.
Guardamos lo que sobró,
y emprendimos el camino.
Ya cerca de un peaje,
unos agentes nos detuvieron
para una revisión de pasada.
Nos preguntaron de dónde veníamos;
respondimos que de pescar
en aquella quebrada.
Nos pidieron abrir el maletero.
Asentí, incluso invitándolos:
—Queda carne asada de cabra.
El agente sonrió,
diciendo que no habían comido
nada en todo el día.
Abrimos el maletero,
sacamos las conservadoras…
Las abrimos.
—¿Qué es esto?...
¡Oh, por Dios!...
Eran restos de carne humana.
El agente quedó paralizado.
Y yo… yo fui quien gritó,
quien vomitó hacia un costado
sin entender nada.
Mis amigos tampoco hablaban:
estaban petrificados,
casi sin aire.
Yo solo observaba
cómo los agentes extraían
aquellos restos
del baúl de mi chata.