La hetaira era (¡oh, griegos portentosos!)

esa mujer perfecta, en armonía;

lo mismo daba orgasmos con su seso

que con sexo daba luz y fantasía

Japón, cultura milenaria,

inventó a las geisha: una osadía.

Son mujeres, que igual a las hetairas,

en el arte del encuentro complacían

No era solo sexo, era el alma

No era solo alma, era el cuerpo

No era solo cuerpo, era intelecto

No era solo intelecto, era calma

Valientes combatientes de la vida

que a la moral estrecha desafían,

y a los hombres causantes de agonía

las reglas morales desbaratan

De las pobres mujeres que comercian

mucho dista el concepto que me inspira,

pues es la libertad de cuerpo y alma

la única bandera que me guía

Todas esas mujeres, Lilith al frente,

han sido bastardeadas a porfía.

Los hombres las desean y castigan

...y otras mujeres las rechazan.

(Ya querrían ellas esas dotes

más no quieren pagar lo que eso implica).

Salamanca con sus horas de trabajo

y la fe en la meta que empecina

y Natura, que con arte y con prudencia,

ayude a sus gracias repartirlas.

Esa estirpe de mujer es para pocos

porque pocos pueden dar lo que ella quiere;

Porque si tiene tres, no quiere menos:

mirar para abajo?la decrece.

Espero encontrarte en mi camino,

camino de caminos permanentes

y así librarme de mi sino,

destino de hetaira penitente.

Mirarte de tú a tú: la misma altura

en los ojos, el espíritu y la frente

y pedirte que ocupes los espacios

que por derecho te han pertenecido

? desde siempre.

Ocupa los espacios de mi tiempo

Ocupa los espacios de mi mente

Ocupa los espacios de mi cuerpo

Ocupa los espacios de mi gente.

Destruye las murallas que me abrazan

Y que caigan beso a beso, lentamente?

Y que por fin esas trompetas

por fin ? imploro al Jericó perenne-

por fin esas trompetas, digo

por fin esas trompetas?

?suenen