Durante cinco días completos deambule por la habitación como poseído y fuera de mis cabales. Y ni todo ese tiempo de meditación descontrolada, de lecturas sin sentido y de falsas pistas flotando en el aire, me alejaron de la consternación por los hechos pasados, que fueron y han sido, aun hasta el día de hoy, un aterrador recuerdo.

Todo comenzó en una antigua casona en la que se rentaban cuartos, a la cual llegue ya muy entrada la noche con el fin de protegerme de la fuerte lluvia. Mi primera impresión no le favoreció al lugar: era un edificio enorme y de apariencia medieval, un jardín al lado le otorgaba cierto aire de frescura mas no era del todo tranquilisante y la torre vieja tras la construcción daba un horroroso aspecto a todo cuanto fuese de piedra. En general no era nada fuera de lo común, aunque debo admitir que sentí pánico al pensar que pasaría ahí la noche.

Al entrar fui recibido por un anciano delgado y taciturno que me hizo esperar en el amplio salón principal que hacia de recibidor. Volvió al poco rato con un enorme llavero que traía solo dos llaves, me indico usar únicamente la llave plateada,?hágame caso, por favor, solo esa?, dijo, correspondiente a la puerta del tercer cuarto a mano derecha en la planta alta.

- No hay pierde, concluyo, es la única puerta azul con dos chapas. Luego se esfumo entre la oscuridad que bañaba el lugar entero.

No tuve dificultad, a pesar de la escasa visión, para encontrar la recamara. Entre a tientas pero me pareció extraño que ambas chapas cedieron con la llave color bronce, seguramente el anciano creyó que esta llave ya no serviría pues estaba vieja y a punto casi de disolverse por el oxido y me recomendó usar la otra.

Por horas trate de dormir pero mi mente estaba demasiado excitada por la visión de la casa, el detalle de las dos llaves, el presentimiento de ser la única persona en todo el lugar aparte del anciano y decidí quedarme despierto hasta ser vencido por el sueño.

Tome un viejo libro no muy grueso de un estante cercano a la cama y comencé a hojearlo. ?La llave de plata?, era el titulo. Me disponía a leer un poco pero la extraña coincidencia de que yo poseía una llave de plata me obligo a solo mirar los bizarros bocetos que había en algunas páginas. Eran fotos de una bella mansión, muy pintoresca, mas no se distinguía por lo borroso de la tinta. De pronto comenzaron a pasar imágenes de gente frente a la casa, eran muchas y me estaba aburriendo cuando de pronto un rostro llamo mi atención. Era el anciano que me atendió, era idéntico, y tenia la misma edad no había duda. Decidí pues leer la historia aunque fuera entre líneas.

Cuando llevaba ya unas setenta páginas se me congelo el cuerpo entero y comencé a sudar desenfrenadamente. ¡El relato me incluía! : ?Gerardo no sabia lo que le aguardaba al meter en las chapas la llave equivocada, el sabia que tenia que usar la de bronce, lo sabia??, leí entre el mar de letras que parecía emerger del libro hacia la pequeña habitación.

Alguien llamo a mi puerta y se escucho una voz que amenazaba provenir del infierno:

- Te lo dije, resonó en los antiguos muros que parecieron pedir clemencia. Y lo escuche durante los cinco días que siguieron a eso mientras caminaba como loco de un lado a otro leyendo y releyendo el libro en busca de alguna salida.

?Te lo dije?, y hasta hoy esas tres palabras no han dejado de sonar y cada vez estoy mas viejo. No se cuanto tiempo ha pasado ni cuanto tiempo mas vaya a pasar.