Las edades simplemente, no son perdurables - LikeaPoem.com
Las edades simplemente, no son perdurables
Truenos crujen callando gritos
iluminando las almas, la mía sobretodo
en lugares regulares?
escondidos,
distinguibles,
halos negros sobre las cabezas .
Y las manos se empuñan sin piedad,
ocasionando llagas sobre la piel y la sacrosanta alma.
Luz del sol apuñalas los débiles ojos,
sangre roja llueves, sobre la espalda,
es fuerza del destino, tomar las decisiones,
humillaciones volátiles, guardo cuando cruzo mis manos
criatura de inamovilidad .
La diversión se ha volcado ajena,
indivisible social y pueril
charlas insensatas, risas de idiotas superficiales
penalidades de seres que tratan de ocultar su desamparo,
eligen anestesiar sus mentes y cuerpos,
un penoso y lastimero espectáculo,
como se golpean y quiebran las copas.
Para quien quiere caminar
donde los ruegos viven y mueren
tras la búsqueda de una maldita absolución.
Las obras son accidentalmente, difíciles de asimilar
y agonizan a los pies de algún desconocido,
cuando las sombras del anochecer se propagan otra vez.
Estoy en murallas donde el rostro es desgarrado,
dejando carne y sangre sobre ella,
están unos grilletes encajados a los huesos,
un sitial de mimbre y clavos para estacionar la risa,
pasos sobre el empedrado de fuego,
para lavar menesterosos pies,
la marea negra se yergue pedantemente ,
sobre harapos negros de una pasión.
cobijada de futilidades y polvo nada más.
Las edades no son un tiempo, conjugado
entre felicidades araneras,
en un mal tiempo ¿donde se está mejor?
Discriminatorios se vuelven los autores de las tragedias
suculentos manjares de los fabricantes de brumas del ser
las graderías al cielo se rompen por el propio peso,
de veracidades que, no han sido un tiempo de mañana.
Oh bendita ostentación.
Modestamente transitan los humildes,
lapidados por impertinentes y miserables,
algo precioso, arrojar pan a las aguas,
mientras,
las estrellas se vuelven azules en un olvido
cuando la luz se aleje incansablemente,
la oscuridad la despoja de su sitio
prestas carbonizadas están, las hojas del libro de la vida.
Los vientos gélidos y ardientes
nos traen a la damisela de la hoz
con honores y gloria
ya no hay trampa en ello.
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