Un latido que se comunica en mi mano,

un profundo palpitar tibio y profano,

tu corazón pulsando sangre en el anhelo,

mi oído rebosante de sonidos nuevos.

Y aquí estamos escuchándonos el alma,

aquí entre el retozo y la calma,

como dos lagos que quietos juntan sus aguas,

y se hacen torrente azul de líquido en danza.

Somos uno en la levedad de éste momento,

lejos de miserias y de tormentos,

todo lo malo se disipa a fuego lento,

en un roce de labios sutil y cierto...

Nos miramos,

nos encontramos,

y el mundo deja de girar mágicamente,

las cosas detienen su danza cotidiana,

somos el todo, somos la nada...

el universo se reduce a nosotros,

somos amor, somos el otro...

reflejándonos despacio en nuestros ojos