Desde el día que te vi, con tu caminar tan firme,

me dije y me prometí ser tu hombre hasta morirme;

por doquier yo te buscaba soñando un acercamiento,

hasta que llegó el momento cuando menos lo esperabas.

Te dije que me gustabas, tú tan sólo sonreíste,

entonces disimulé y no dije más palabras;

pero no por timidez, fue tan sólo una estrategia,

a ver como procedías cuando otra vez te viera.

Entonces mi corazón, comenzó a lanzarme retos,

me decía ?No te duermas, búscala y dale amor que lo que tú le dijiste

se quedó en su pensamiento y por las noches no duerme,

esperando que amanezca a ver si te ve de nuevo?

Eso me llenó de fuerzas y más te quise encontrar,

y un día te vi bajar y tomé la misma acera;

te dije: Que buena estás muñeca angelical,

y tan sólo contestaste como si en mi no creyeras.

Llené mi corazón de ti y como niño travieso,

me juré que no era hombre si no te robaba un beso;

entonces llegó el momento y aunque no te lo robé, fue en frente de una puerta,

y ahí nacieron las caricias y el amor que no me niegas.

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