Como un acero puntiagudo

que me roba el aire

se me duerme el corazón

se me agota la razón

como una yaga en el jazmín

de mi tórax celestino

El tordo proyectil

que me infecta las venas,

las arenas,

las diademas de mis días primeros

El tridente magnicida

de mi ilusión suicida

es la libélula del rió

que me besa la piel clara

como espigas con celos

como piernas y rezos

La paradoja del tributo

de tus sueños impolutos

la pradera, el monte

¡dadivosos farsantes!

el granero pedante

de tu exquisito florecer

Que cultura y que culpa

me roza los cabellos

de mi sombra antigua,

del sombrero de papel,

de mi ilusión de ayer

Como un mosquito

que te chupa la sangre

que te impregna la sazón,

un saurio oportunista

desentronizando mi amor

Parecen proletarios

y burgueses neuronales

que buscan transparentes

la elegía final de mi adiós sincero

como un beso en la mejilla

como una cachetada a la vida.