Mi dicha

Que dicha más grande tengo

y esa es el amor verdadero

de un Rey que me entrego

hasta el alma sin medidas, ni recelos.

Que dicha más grande la mía

saberme amada y querida

no solo por mi monarca

sino por toda una monarquía,

Que dicha más grande Dios mío

haber nacido sincera

y lejos del pensamiento frío.

Quien tuviera la misma dicha,

no me apuntaría con el dedo.

Qué dicha más grande amigos

 y a veces no la se aprovechar

me pongo a bucear en un mar

de tiniebla y tempestad

quiero al mundo aclarar

la incoherencia de la maldad.

Por qué gasto mis energías

en lo que ya es una costumbre?

Este mundo infectado

de vileza y podredumbre.

Son tan pocos los que me conocen

“mala” si es la palabra indicada,

¡aunque cuando hablas con verdades

te crucifican hasta el alma!.

Entonces eres del bando

de las palabras erradas.

Por defenderme de la hiena

se me abrieron hasta las venas

y cuando quise respirar

no sé ni de que lugar

se apareció un ángel caído

y cual chita herido.

También me vino a devorar.

¿Es la dicha tan grande que tengo,

que hace su envidia despertar?.

(“Podrán callarme la voz,

más nunca los pensamientos.

Podrán encadenar mis manos,

más no mis sentimientos”)

(J.Azul)