Nerón en la ciudad de la furia
Envidio la decisión y la locura
de mi amigo Víctor.
Y ese terrenito al fondo,
Allá, en Monte Chingolo
sobre la calle Pico.
Ese coraje hereje.
Rapto cíclico de limpieza.
No sus problemas,
ni sus soluciones.
Ni su tatuaje de tarántula en el hombro
de su humanidad huesuda.
Ni su simpatía por el Club Independiente,
o los besos comprados.
Ni su religioso Marlboro Box por día.
Sólo ese espíritu incendiario
y ese terrenito al fondo,
allá, en Monte Chingolo
que ya no ocupa.
Donde cíclicamente,
ardían pequeñas pilas de libros,
escritos, dibujos, discos,
y otras cosas que te ataban.
Subiendo con su humo,
como ofrenda a dioses
de los que nada casi sabemos,
como alguien ya dijera,
excepto,
que no deben parecerse a nosotros...
EL Poeta del Asfalto
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