Una pausa afilada y diáfana

Por instantes me hace

salvaje y audaz,

pero se que es sólo

esta noche en que duendes

endemoniados cruzan el bosque

y hacen de mi

su instrumento de lujuria.

Noche que llega

tras la muerte del día

Y vos que me robas el fino luto

y yo que dejo caer mis enaguas

Ante tu mirada pizpireta.

Me besas y enredas

tus dedos en el sedal

de mi cabellera azabaches.

Te encerraré entre mis brazos

y jugaré a las escondidas

bajo la inmensidad

de mis sabanas sedas

y mañana volveré a ser

la monja que en casa todos esperan.

Te amo nena