Ocre que al hielo cedes paso

previo derrame de hojas y ráfagas de viento

enmarcas en prolíferos tonos amarillos

un amanecer sombrío más acá del horizonte.

Tus sombras son admirables

las otras cobran vida entre comillas,

en forma de ejercicios retóricos diluvianos,

mentiras gritadas a coro o a dúo,

acordes en la lengua franca del día,

hipocresía con labios pintados,

fragancias a tarjeta de crédito

fauces malolientes de rapiña y sudor ajeno,

aliento fétido de cobardia demobarnizada.

Te retiras implacable y el frío que nos dejas

hubiera resultado una cálida brizna,

pero esta humanidad de pocos opulentos y muchos acechantes

es ciega e insensible,

vive los otoños tan solo en pantallas planas o de las otras,

apuesta al futuro para evitarse el presente

te desconoce

te ignora

prefiere no saber de ti.

Podría describirte, alabar y reprochar

pero el malsabor informativo perturba,

priva del verbo

y las lágrima escamotean tus colores.

Tus mensajes elementales se pierden en el vacío

se escapan como tus hojas marchitas.

Tu música eólica, en cambio, despierta y adormece,

tranquiliza y enloquece,

sosiega y entristece.

Pero te prefiero al bullicio informativo

augurio de otro mal día.