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Me hubiese gustado tenerte de hijo,

en libre albedrío, caminando plazas;

Vos chico..., yo grande... Que yo te corrija

y vos, calladito, sin decir palabra.

Me hubiese gustado que fueses pequeño,

siempre a mi costado construyedo charlas,

irnos de los temas, cambiando de historias

y que me miraras con tu risa franca.

Me hubiese gustado llevarte a la escuela,

desearte la suerte que vos me deseabas,

decirte al oído, ahí en la escalera,

"aguantá que faltan diecieséis semanas".

Y esperarte luego del timbre dichoso

que salgas corriendo... y yo, una montaña

gigante, colosa, espléndida, al borde

de la acera misma donde se desmanan

las ansias, la ira, la carrera loca

del hombre moderno que todo lo arrasa.

Y yo... la montaña que te ponga el pecho,

cordillera inmensa, singular y vasta;

la piedra clavada que te cubra el sueño,

la luz encendida que te alumbre el alma.

Qué no hubiese dado por tenerte un rato,

nada más que un rato mirando tus palmas,

recordando tiempos cuando, yo pequeño,

encontraba en ellas el amor que andaba.

En este, tu día, mi "viejo" querido

me hubiese gustado besarte en la cara...

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