Paisajes de ausencias
De manera irreal resplandece la luna
Se mece tranquila, radiante; segura.
Detrás de la cortina que augura la noche.
El resplandor del ocaso,
con sus matices naranjas
tornándose a rojizos,
se llena de envidias
por la reina que lo preside
en exuberante belleza.
Las estrellas tienden
su manto sobre el bosque
que circunda al río.
Los agudos sonidos
del melodioso día
se van extinguiendo
y las siluetas de los árboles
se disipan en oscuros fantasmas.
Un mutismo profundo invade el espacio.
¡En profundo silencio
reposa la naturaleza!
Es como si la vida
por instante se ha detenido
en milésimas de segundos.
Todo en calma, paisaje meditabundo.
Ni siquiera un leve céfiro
se atreve a transgredir
ese momento minucioso y eterno.
Hasta el río pareciera
detener su origen
y da un recreo a las diáfanas aguas
que acarician su cause.
Todo se detiene...
Todo es quietud y silencio
en este bosque de mi alma
perfilada en estos versos,
donde tus pasos no recorren,
donde la orfandad es tan grande
como la apetencia del infortunado,
como la fortuna del rico,
como la profundidad del océano.
Silencio?bullicio muerto
en la soledad de mis noches.
Búsqueda incesante poesías insalubres
del corazón en desborde.
La vida se ha detenido
cual reloj sin arena.
Los habitantes de la noche
comienzan la faena,
pueblan las ramas de mis angustias
y el suelo de mis ilusiones
se acolchona de recuerdos.
La brisa vuelve a recorrer
el invisible camino sin saber
a donde llegará transcurrida la noche.
?Las doces han dado
y todo sereno?
Pronuncia las campanas de la iglesia
de mi pueblo y tú que no estas
y yo? Yo que te espero.
***26 de octubre del 2.007***
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