Que hay realmente entre tú y yo, que se esconde tras las nubes, que es tan preciso alcanzar y tan improvisto de verdad, que es aquello que sentimos, que obviamos, que presentimos pero que dejamos a un lado, al olvido. Que hay detrás de todo aquello que siempre quisiste descubrir, un sin número de teorías surgieron de tu mente, una incomparable forma de imaginación que no parece tener fin, siendo mis pensamientos un recurso no renovable cómo es posible que contigo nunca se acaben, es así que trato de descifrar ese código binario enmarañado de besos, caricias, sonrisas y frases de afectos que vienen y van como el viento y otorgando una nueva perspectiva de lo que siento, cambiando de imagen a cada momento. Eso es lo que intento interpretar, descubrir y escudriñar, mientras en el intento me aprovecho de tu buen recuerdo para crear dudas que alimente lo que siento, sin saber en qué me estaba hundiendo, es allí donde te encuentro, entre un millón de dudas razonables, entre mil motivos que parecen vánales, dentro de cientos de detalles que se escapan a la vista pero a los que el corazón si les da casería, mientras inútilmente no intuyo cual es la definición exacta de esto que se ha vuelto tuyo, y tomo ventaja a la misma vez para darle uso y ponerle palabras a este día y esta noche que son claro oscuro porque nunca hay luz, pero no se ve oscuro. Es un gris, es una palabra compuesta, un color secundario, algo que se conforma, pero la forma todavía no se ha concretado. Es como el puntillismo pero mucho más inexacto.

Oscar A. Barreto