Así seguí por aquel sendero de brisa tímida y fría en aquel lugar apartado de los hombres,

nació en mi un profundo suspiro cuyo significado no descifre,

extendí mis brazos como tratando de tocar lo vacío con el movimiento,

cerré mis ojos y seguí dibujando círculos en la nada,

mi mente era como un cuadro en el que aun no pintan

así que tome mis pinceles y me dispuse a crear mi arte,

salieron de mi los colores mas vivos y atrevidos

y lo primero que vino a mi fueron aquellos ojos,

ellos me miraban de manera mágica calmando mi ansiedad

me devolvían la paciencia, los dibuje una y otra vez en toda superficie,

los repetí cientos de veces y me miraban esos ojos miel

que divulgaban un dolor pero que apartaba de mi la angustia.

En ellos era lo único que pensaba,

mientras miradas y dedos de todo ángulo me señalan,

mis ojos enrojecidos por el llanto derramado revelaban mi gran tristeza

y la sensación de vacío mostraba todo lo perdido,

lo que una vez fue victoria. Mi conciencia se encarga de crucificarme a diario

aumentado mi dolor y mis parpados fijos se clavan en un punto muerto,

abrazado a un recuerdo me balanceaba cíclica, constante e infinitamente en cada segundo,

sentimientos encontrados entre beligerancia y piedad me recordaban aquellos ojos

cuando estuviste allí mirándome, me repetía una y otra vez que no había nada que temer

y a la vez podía sentir como me hundía en el pavor al ver como la película de mi vida

se retransmitía y sentía de nuevo aquello que me llenaba de paz,

eso que podía estremecer mi cuerpo con su entera pasión,

cada beso suyo dejo en mi cicatrices,

sus manos acariciaron todo mi cuerpo y sus ojos, aquellos ojos que me enamoraban;

de pronto un millón de ¿Por qué? Interrumpieron mi nostalgia, rompí el silencio y grite ¡PORQUE LA AMABA!