Aquí sentado frente a un mudo escritorio,

y dejando que la mente libere sus pensamientos,

voy a seguir así, voy a seguir escribiendo,

porque es como tan sólo tengo el corazón contento.

Y tú, tú que de nada te molestas, cuando ves que yo me inspiro,

aún no cuentas los suspiros que tu imprudencia me cuesta;

buscando a encontrar la calma y no perder la paciencia,

como si fuese una ofensa yo compartir con poetas.

Voy a seguir con los temas que me surgen de la nada,

y si acaso publicara algo que tú leyeras;

y en mi ausencia comprendieras que con ello te ofendiera,

entonces que más esperas si una firma nos separa.

Cuantas veces y mirándote a los ojos has sido mi inspiración,

pero así las cosas son y veo en ti egoísmo;

que me has hecho hasta pensar volar mis sexos de un tiro,

pero eso es de cobardes y cobarde nunca he sido.

O te calmas o te alejas, o al fin me dejas tranquilo,

que mi alma es de poeta aunque nunca escriba un libro;

como le escribo a mi Patria, a la luna, a mis hijos,

a la gran naturaleza y al amor que te he tenido.

Déjame vivir en paz entre mis versos y estrofas,

que mi vida ya está absorta con las cosas que ha vivido,

y si no te hago feliz con dolor hoy te lo digo,

que habrá que tomar un rumbo, tú un camino y yo el mío.

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