Se resisten a morir de frío,

estas manos mustias.

Se levantan, prenden cigarrillos,

sacan la basura,

Hacen fuego, hurgan los bolsillos

encuentran y buscan,

Juegan cartas, guardan los recibos,

y tocán música.

Los domingos vuelven del mercado,

y se acuerdan de todo mientras acomodan las verduras,

por ejemplo se acuerdan de otras manos,

que no sostuvieron nunca.

En las noches se acuestan conmigo,

debajo de mi nuca,

y bajo el suelo de mi almohada sueñan,

a veces con las tuyas.