Tú que la conociste, que hasta en tus brazos estuvo,

cuéntame sobre ella pues de su palabra dudo;

me ha contado varias cosas pero siempre a su favor,

y hace que su versión manche tu nombre y tu honor.

Cuando yo la conocí me enfoque en su linaje,

pero ahora he comprendido no da el grado ni da el talle;

por eso a ti te pregunto, que conoces más que nadie,

y si no vale la pena, por favor no me lo calles.

Tú y yo, sabes que somos amigos y ando en busca de un amor,

sea por bien o por error a ella la he pretendido;

pero encierra en su maldad la mentira que es peligro,

cuando mancilla un buen nombre y eso lo hizo contigo.

Veo su alma rota por donde deja escapar, el despecho que ha sentido,

y siendo una mujer como tal no se comporta;

sintiéndose ser gaviota que se ha quedado sin nido,

y hoy se escuda en sus palabras, afiladas como garras.

¡Mujer! Que Dios te perdone al igual que a Lucifer,

y si por ti he preguntado no es por causarte daño;

no vivo de la mentira y mucho menos engaño,

así nací, así vivo y así sé que moriré.

Adiós sentimiento herido por quien siempre abogaré,

ante las leyes del hombre y las del cielo también;

no importa que me maldigan, eso yo lo entenderé,

y tú no cierres caminos por donde habrás de volver.

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