Te has llevado de mi vida tantas horas de alegría,

arrasando con mi cielo celeste de primavera;

destruyendo mi castillo de naipes

construido a la par de tus antojos.

Has borrado de mi rostro naturales sonrisas,

dejando la marca de la tristeza en mi ojos;

creyendo que aún soy tuya,

cuando mi ser es solamente mío.

Te has llevado siempre el sueño de mi cuerpo cansado,

agotado por los llantos y las tardes de agonía;

convertido en burbuja transparente

sostenida entre los mares de tu mente.

Me he vuelto malabarista en tu circo inconcluso.

Caminé en la cuerda floja de tus muertas fantasías.

Con amor constante en mis brazos

he buscado el imposible equilibrio.

Te has llevado mi vida como moneda al bolsillo,

escuchando el murmullo de tu conciencia al oído;

cargando el peso de las culpas

de un corazón carente de latido.

Te has llevado la paciencia, y la quietud de mis días;

Cambias mi tranquilidad por tus besos a escondidas.

Mi alma impaciente te espera inalterable.

Todo te llevas, pero aún tu no te has ido.