Quiero al alba acariciar en tu memoria,

revelarme como el Sol lo hace a su noche,

cuando en ella sea su luna la que abraces

confesarle de placeres el derroche.

Adentrarme sigilosa en la espesura

de tu bosque de virtudes esparcidas,

y hallar prontas mariposas en mi pecho,

de torrente de latidos embebidas.

Quiero anclarme al corazón que te gobierna

como a su áncora la nave le reclama,

y en el núcleo de tu barco descubrirme

como musa en tu profundo panorama.

Batir alas que me lleven al encuentro

de las tuyas por los cielos estrellados,

y en un vuelo al infinito de tu magia

con tu hechizo derramar sueños dorados.

En la cúpula celeste a tu lucero

con tu nombre pediría que lo trace,

y al morir en el fulgor de su bosquejo,

que en tu beso renacer sea el desenlace.

En las ramas de tus brazos columpiarme

en mi afán por aspirar la dulce brisa

que a las hojas de tus manos en tu árbol

las agita y me dibujan la sonrisa.

Al correr por las praderas de tu cuerpo

revolcarme por tu césped suculento

y al palpar tu fina alfombra figurarme

en mi ensueño como el hada de tu cuento.

Quiero el polen de tu flor en mi capullo

germinando en el vergel de tu fragancia.

Con su néctar, laboriosa cual abeja

deleitarte con la miel de mi sustancia.

Sumergirme en los océanos de tus venas,

zambullirme como un pez en rojo sangre,

y al bucear por tu calor interno quiero

me recoja con su anzuelo tu palangre.

Que el jilguero en la poesía de tus labios

en su verso luzca el canto que se ufana.

Y a la piel de tus recuerdos aferrada

logre mi ahora ser un sello en tu mañana.