Tu rutina - LikeaPoem.com
Tu rutina
Tu rutina.
Abrir los ojos y pensar en ti.
Sonreír al deshielo.
Sobrevivir a la envidia de los otros
con la luz en rocío de poniente.
Soñar en Venecia contigo.
Soñar en subir a lo más alto.
Soñar como solo pueden los niños y los ancianos.
Soñar en llegar cogiditos de la mano.
Soñar en crecer como si fuéramos
uno entre millones de pareados...
Soñar con un besito espontáneo.
Soñar despacio.
Soñar sueños.
Cosidos el uno al otro,
ni la vida puede hacernos daño.
Tu rutina.
Esa que me levanta
en una losa gris de esparto.
Esa que tanto echo de menos.
Esa que copio
cuando pongo la tele y leo
los espacios de la publicidad.
Esa que me produce un hastiado mareo
si de pasada por los bosques quiméricos
no encuentro la butaca más ajena...
Oír como te hablas a ti misma mientras creas...
Calmar tu angustia
con un remolinillo de dedos hasta hacer de tu pelo
la extensión castaña del Mediterráneo.
Tu rutina.
Esa que me empuja a dormir arrinconado,
con un gran hueco en el ala izquierda.
Esa que me hace irme al primer sueño
como un bicho bola que se va de viejo...
si al menos notara el rocío de algún espasmo,
volvería a descansar.
Tu rutina....
Tu forma de sujetar las palabras
en un papel hasta dejarlo sin aire,
hasta asesinar los recuerdos,
hasta tener la oportunidad
de subir a la última azotea del cielo
a enhebrar con hilillos de colores...
Señorita felicidad.
Tu rutina.
Tus miedos.
Ese malnacido volcán negro que no deja de manar...
que te impide respirar a la cadencia del viento...
Conmigo o sin mí,
cariño, vete lejos,
hasta donde habite el olvido,
y vomítalo todo,
que la cosa más bonita de esta horrible esfera de lodo
nunca merece llorar.
Tu rutina.
Mis recuerdos de noches pasadas
como quien pasa un sueño,
el eco de tu risa
sobre un ascensor que siempre se está moviendo;
intentado subir para arriba,
condenado al descenso.
Tu rutina.
Mi bolsillo vacío de una de sus manos.
Mis miedos.
El terror a no volver a ver
tus ojillos en incadescencia plena,
el pánico a que cada vez estás más lejos...
Cuando llego a la Plaza Mayor y paseo,
algo se me vuelve hueco...
cuando me paro y pienso...
cuando sentadito de madrugada
veo
como los segundos se van a ritmo lento
sin anímo de volver a regresar.
Tu rutina.
Cholek al alba.
Espejitos, aunque no lo creas,
que nunca engañan.
Sólo se embelesan en un mismo reflejo:
El color de la esperanza.
Factorías de ritmos de ensueño.
Angustia.
Futuros que atenazan.
Deseo.
Peces que miran como obsesos.
Vestiditos comprados a la impulsiva baja
para poder tocar el cielo.
El alma de las fiestas
que arrastran la mañana hasta que se queda sin estrellas,
siempre mirando hacia abajo,
siempre...
cadenciales, furtivos, mágicos.
Y luego brujillas, monstruos, chupitos...
una clarita y un chorizo al vino...
peluches que se ríen como un niño
mientras velan por la princesa que se puso a leer
para vivir en un mundo distinto.
Tres semanas sin ti,
tres meses contigo.
Tu rutina.
La de la más libre de los cometas.
El destello de inspiración blanca
que mece el paso de la brisa por la hierba.
La sangre roja nunca llega a la derecha...
llega a bosques tan vírgenes que sólo habitan meigas...
hay rotos que sólo curan con una caricia,
hay verdades que merecen ser mentira,
hay puñales sordos,
hay ojos de amiga.
Tu rutina...
esa droga en forma de sonrisa,
ese néctar de los anaqueles del Parnaso,
esa piedra amarillo melancolía,
esa noche que abdicaste de ser mi niña,
ese morirme sin derecho a beso,
esta llamada perdida.
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