Caminando por la orilla de la playa, me dirigí a una carpa donde estaba mi madre, cuando de repente observe un hombre? y me llamo la atención pues lo mire con sus manos en la cabeza, con la cara muy acongojada y con unas inmensas ganas de llorar, llego donde mi madre y le pregunto ¿Qué le pasa al hombre? Y ella también sorprendida con la actitud del susodicho, me dijo con una voz entrecortada? acércate para ver que le sucede, no sea que le pase algo muy grave y podamos ayudarle, me acerque y le pregunte ? ¿Qué le pasa buen hombre? El con los ojos casi llorosos me replico ¡Se perdió mi hija de 3 años! salto mi corazón, En ese momento comprendí su desesperación si fuese sido otro? no tuviese respuesta que darle? solo mire al cielo y con la voz de mi corazón clame dije ¡Señor tu eres grande y misericordioso guarda la niña y ayúdanos a encontrarla!... fue un clamor de dolor al comprender por lo que estaba pasando aquel hombre, no han pasado 10 minutos cuando de repente aparece y el hijo con tan solo 10 años con los ojos llorosos jipiando de tanto llorar?. Papito no la encuentro recostándose de el, ya un amigo del hombre se había ido a encontrar la niña por la párate derecha de la playa, y yo resolví irme por la parte izquierda, le pedí a una amigo que me acompañara.

Caminamos un tramo como de 100 metros, orando y clamando a Dios para que estuviese sana y salva, con nuestra mente puesta en que cualquier niña de 3 años llorando ¡Esa era nuestra niña!... de repente mirando hacia delante venia una mujer cansada de llorar, con sus parpados remojados en lagrimas, y roja de tanta presión en el rostro, en sus manos apretaba de una manera muy especial y afanosa a una niña de 3 años quien también traía una rostro asombroso, sus abrazos no eran los de todos los días, ni sus apretones relacionados aquel que le daba al levantarse o al llegar del trabajo, tenían mas pujanzas, mas vitalidad, mas vigor, eran con amor, al ver la niña mi corazón salto de la emoción, y no pude contener mis lagrimas, tire mis brazos hacia la niña ella con gusto y alegría vino a mi sin conocerme, la abrace fuertemente y nos devolvimos donde estaba el padre. Cuando este le vio, la abrazo y volvió a suceder lo mismo ¡No eran abrazos cualquiera! Eran caricias diciendo que Te amo hoy mas que nunca, demostraban un amor enigmático, luego el hermanito la tomo en sus brazos y se tiraron en la playa a llorar y jugar, tuve que quitársela para que pararan las lagrimas... volví alzar mis ojos al cielo y en con la voz de mi corazón daba gracias al Señor por haber encontrado ese tesoro perdido.

Podemos ver que la semejanza que hay en esta historia real, con nosotros y nuestro Padre Celestial, cuando nos encuentra después de habernos perdido, historia muy parecida es la del hijo prodigo? Dios nos ama y su amor crece cada día y más cuando nos volvemos a El? Vuelve a los Brazos de Dios que el con mucho amor te esta esperando. Oremos siempre por nuestros hijos!!!