No hemos vuelto. Nadie nos quiere aquí...

nadie ama a nadie, mientras yo me demoro

en contestar...

Repleta de infinitos y copas de más,

agradezco al cuerpo que ha llegado

a su madurez en veinte días...

días de dudas e indeterminación...

días en que la idea de la muerte

era mi mejor amigo, y que el acto de

morir no era más que un juego liberador...

oscuro... liberador... oscuro...

No hemos vuelto por ustedes. Nadie dice nada.

Solamente he vuelto porque el mar aún

existe... porque el mar no se ha ido...

porque creo que el mar no se irá...

Tal vez mi espalda diga lo contrario.

Tal vez tenga veinte años y soy una

anciana... tal vez mis ojos morados de

llanto relaten la debilidad del cuerpo,

la debilidad de noches enteras...

Veinte días y la realidad se mete por

mi nariz, me quiebra los pies, me deja

inmóvil...

realidad como veneno... realidad...

realidad del ser...

he estado en un silencio sepulcral, parecido

al sueño eterno... pesadilla... sueño...

pesadilla...