A dos metros, abstinencia,

(y una histérica distancia),

hace pobre la templanza,

e imperiosa la indecencia.

Mi psicólogo se expresa,

su apariencia es una caja,

frío cuerpo que se apiada,

con su gran luminiscencia.

Y en la dulce impertinencia,

danzan dígitos con causa,

ya sin paz, (mendigan, basta),

a una métrica inconexa.

Las razones ya no cierran,

(en legión van solitarias),

rebuscando en la palabra,

lo que niega la evidencia.

Es tan fácil la apariencia,

tan tramposa es la máscara,

que ilusiona en la pantalla,

lo que objeta la experiencia.

Sentimientos de impaciencia,

(y lo propio ya no alcanza),

inquietud en la distancia,

el consuelo es una ciencia.

Y esta triste decadencia,

gime sorda una plegaria,

(ruega amor en su maraña),...

Entre cables sin conciencia.