El aire que corre por el pasillo,

del olor a tierra que entra por la ventana

esa cortina moviendose al ritmo.

Me recuerda a esos dias y la lluvia comienza.

De verte y no poder sacarte de mi cabeza, fue todo uno.

De saberte enamorada de otro, fue mi castigo,

pero estaba dispuesto a hacer lo que pidieras

con tal de tener la posibilidad de estar juntos.

Las aulas de la facultad, esa mezcla de moho viejo

con pintura barata y el polvo de tiza sobre el piso,

los estudiantes a nuestro alrededor y tu risa

alejando mis miedos al rendir un examen, tan nimio.

Como sabria que seria tu primero pero no tu ultimo?

Como pude estar tan ciego y dejarme llevar por sentimientos?

De tanto imaginarnos, de tanto pensarnos supongo,

no quise ver lo obvio, entregarme fue el todo.

Año y medio, peleas tuvimos, mi caracter no ayudaba.

Tus amigas tampoco, pergeñando como viboras, te seducian

a buscar otro, un mejor Adan, de una de ellas el era familia.

Y yo, tan inconstante para todo, ni cuenta me daba.

La gran pelea iniciaste por telefono, luego amenazas de tus parientes.

Como si fuera necesario, cuando uno de antemano ya perdio la batalla.

La cuidadad sorpresa de nuestro compromiso debi olvidar

y al Rio de la Plata entregue en rendicion nuestros anillos, mi espada.

El tiempo paso, tambien mi enojo, la soledad y mi desazon,

cambie y mucho pero seguia siendo a fin de cuentas yo.

Esa libreria de nuestros amigos (culpables tambien) jamas quedo tan en silencio cuando te vi entrar,

y oh sorpresa, el desdichado Adan con tu vastago te seguia a puro rabiar.

Y hete aqui que a pesar de tu incomprensible intento de hacerme celoso,

una cuasi violacion sobre un mostrador, pobre tu esposo,

me di cuenta que de alguna manera y sin pensar,

tu actitud mi ultima herida amorosa logro cerrar.

Ya no pienso mal al respecto, solo recuerdo

y creo que acierto al asegurar que fue para nuestro mutuo bienestar,

el que no estuvieramos juntos en esta vida.

Dios sabe que no hubiera sido solo nuestra la desdicha...