Heme aquí fatal destino,

tejiendo el manto negro de mi vida,

formando la mortaja que me cubra,

el día que termine mi existir.

Contempla los despojos inservibles,

de un hombre que ha sufrido sin medida,

deléitate mirándome sin fuerzas,

enfermo, adolorido y sin consuelo.

Has hecho de mi cuerpo el recipiente,

que abarca sólo penas y dolores,

un cofre que ha guardado en tantos años,

solamente el infortunio y mala suerte.

Ahora me encamino por la vida,

cual ave con sus alas lastimadas,

buscando con afán algún refugio,

y allí poder calmar mi gran dolor.

Soy día que se extingue sin remedio,

vertiente que no brota ya más agua,

florero con su planta marchitada,

un nido mal cubierto en tempestad.

Soy lira que no emana melodías,

poeta sin el don de inspiración,

soy féretro funesto que en la tierra,

en medio del olvido encuentra el fin.